Se ha ido el Papa
del Pan y Libertad
Por Luis Alberto Guerrero
Si conocer al Papa y darle la mano es el
sueño de la vida de muchas personas, para Carlos Roca Cáceres, ex parlamentario aprista que tuvo el privilegio de estar con
Juan Pablo II en 15 audiencias oficiales (cuatro de ellas en compañía de Alan García), es realmente un imborrable recuerdo
de vida. Sumamente dolido por la desaparición del Pontífice, Roca accedió anteanoche a exhumar sus recuerdos y sus gruesos
álbumes de fotos y pintarnos una visión testimonial de un Papa que a su juicio ha sido el más grande del Siglo XX y que se
caracterizó por la defensa de la libertad y el derecho al pan de los más pobres.
Carlos Roca tiene peculiaridades que hacen
notable su testimonio. Es tan apasionado de los temas pontificios que, por ejemplo, se propuso recibir el cambio del milenio
en la Plaza de San Pedro. El 31 de Diciembre de 1999 estuvo allí, y contempló al Papa asomado a la ventana del Palacio Pontificio,
al igual que otras tantas veces que hacen pasar de treinta las ocasiones en que ha estado en la Plaza de San Pedro recibiendo
la bendición papal. En la entrevista que nos concedió, recordó que Víctor Raúl Haya de la Torre era también un asiduo visitante
de la Basílica de San Pedro y que, siguiendo su ejemplo, él considera que en el mundo hay solo tres ciudades históricas: Jerusalén,
Atenas y Roma.
En la entrevista Roca recordó que Juan
Pablo II fue el Papa que planteó la condonación de la deuda externa que agobia a los países pobres, pidiendo a los países
ricos que no la cobren. En esto fue más radical a lo que 15 años antes había planteado Alan García, condonar la deuda para
dedicar los recursos a solucionar los problemas de la pobreza.
Luis Alberto Guerrero.- Dr. Roca, Ud. ha sido uno de los peruanos que ha tenido el privilegio de tener frente a frente
al Papa Juan Pablo II en múltiples oportunidades, en su función de parlamentario por muchos años en nuestro país. ¿Qué sentimiento
le produce su deceso?
Carlos Roca.- Yo he sentido una profunda
emoción todos estos días, no solamente siguiendo de cerca la enfermedad del Santo Padre sino cuando anunciaron su fallecimiento
me he sentido profundamente conmovido. Para mí el Santo Padre era y sigue siendo una de las grandes figuras de la historia
que a mí me tocó felizmente conocer.
LAG.- ¿Cuántas veces estuvo Ud. frente al Papa?
CR.- He tenido el privilegio de estar con
el Santo Padre muchas veces: he estado cuatro veces en audiencia privada acompañando al c. Alan García, y otras 11 veces en
audiencias públicas tanto en la Plaza de San Pedro como en la Sala Paulo VI del Palacio Pontificio. En todas aquellas ocasiones
tuve la oportunidad de estrechar la mano del Santo Padre, expresarle los sentimientos de gratitud de los peruanos frente a
lo que él ha significado no solamente para los católicos, para quienes profesamos la fe católica, sino para todos aquellos
que creemos en la paz y en la necesidad de la reconciliación entre todos los hombres de buena voluntad.
LAG.- ¿Qué se percibe en ocasiones tan significativas?
CR.- Yo he sido afortunado, pienso, y además
como era parlamentario he tenido ocasión de viajar muchas veces a Europa y siempre
he ido a Italia y a Roma especialmente para tener estos encuentros que eran breves pero profundamente significativos. Yo le
puedo confesar que cada vez que le estrechaba la mano al Santo Padre me sentía completamente impactado por su personalidad
carismática. Era un hombre que transmitía vitalidad, fortaleza, símbolo de una fe inquebrantable que es la realmente mueve
al mundo.
LAG.- ¿Cómo cree Ud. que recordaremos a Juan Pablo II?
CR.- Creo que este Papa pasará a la historia
como uno de los grandes pontífices de la Iglesia, pero sobre todo como un hombre que supo entregar su vida completamente al
servicio de los demás.
LAG.- ¿Qué cree Ud. que caracterizó su labor pontifical?
CR.- Este peregrinaje permanente del Papa
por todos los continentes, esta vocación suya por encontrarse con las multitudes para transmitir el mensaje de Cristo, que
es fundamentalmente un mensaje de amor y de paz, este deseo de tomar contacto con los jóvenes para enseñarles el camino de
la justicia y de la libertad…. Yo creo que el Papa ha cumplido un rol importantísimo en el siglo XX.
LAG.- En lo personal, que sabor le deja su partida…?
CR.- Yo puedo decir que he tenido la fortuna
de conocer al hombre más importante en el mundo en el Siglo XX: Juan Pablo II y al hombre más importante en el Siglo XX del
Perú que fue Haya de la Torre.
LAG.- ¿Por qué admiraba a Juan Pablo II?
CR.- Creo que mi devoción por el Santo
Padre se debe a que siempre yo consideré que era un hombre de fe, un hombre que defendía sus principios. Era un hombre que
trasmitía el mensaje sin hacerle concesiones a nadie, porque sabía que era depositario de una verdad que era la Verdad de
Cristo. Muchas veces he escuchado decir que este era un Papa conservador, que era un Papa que no tenía cierta tolerancia frente
a la modernidad de este mundo que cada vez se hace más laico, pero que lamentablemente se aleja de Dios, y yo siempre decía
que no se le puede pedir al Santo Padre que traicione los sagrados principios de la fe cristiana. Al Papa no se le puede pedir
que defienda el aborto mientras nosotros defendemos la vida; al Papa no se le puede pedir que apoye el divorcio, porque él
va a defender siempre la unidad familiar; al Papa no se le puede pedir muchas cosas porque él supo defender los principios
cristianos y lo hizo con una sinceridad y una transparencia increíbles.
LAG.-Tuvo también un accionar político ¿no es así?
CR.- Ciertamente. Su vocación de libertad
y su posición anti totalitaria lo llevó a ser uno de los grandes artífices de la caída del mundo comunista. El, que había
sufrido en carne propia no solo la persecución nazi sino la persecución comunista, sabía muy bien el valor de la libertad,
y por lo tanto él luchó infatigablemente porque en Europa se restableciera la libertad y estoy absolutamente seguro que sin
la figura de Juan Pablo II no hubiera caído el Muro de Berlín ni hubiera terminado esta experiencia desviada del totalitarismo
comunista, que era la negación del socialismo, que no se entiende sin la libertad. Por esa razón yo creo que el Santo padre
pasará a la historia no solamente como he dicho como el gran defensor de la fe cristiana y de los valores morales del catolicismo,
sino también como el hombre que fue gran defensor de los principios de la libertad como también de la justicia social. No
nos olvidemos que este magisterio del Pontífice ha sido un magisterio en defensa de los pobres, en defensa de los sectores
más oprimidos de nuestras sociedades, que viven, como él lo dijo, bajo el sistema del capitalismo salvaje. No hay que olvidar
que este Santo Padre a través de sus encíclicas, de sus discursos, de sus intervenciones que ha tenido en todo el mundo, en
el llamado Tercer Mundo, o cuando vino también a América Latina, insistió en el tema de la justicia social.
LAG.- Y su mensaje en Villa El Salvador…
CR.- Aquí en Villa El Salvador habló del
hambre de Pan, y eso me hacía recordar nuestro viejo lema “Pan y Libertad”. El lema nuestro, el lema de Haya de
la Torre de Pan y Libertad, ha sido ese lema del Papa: Pan y Libertad. En Villa El Salvador lo reiteró: “tenemos hambre
de Dios, pero hay también hambre de pan, y hay que resolver el problema del pan, y además el problema de la libertad”.
LAG.- Fue un hombre que marcó la historia de su tiempo…
CR.- Yo creo que en ese sentido el Papa
ha sido un hombre que ha marcado la historia. Yo me siento afortunado, privilegiado cada vez que lo recuerdo, y le digo que
en estos días he estado al borde de las lágrimas, cada vez que contemplando la televisión veía al Santo Padre. Pero hay algo más que quiero recalcar: ha sido un ejemplo frente al sufrimiento, frente al dolor: un hombre
afectado por los males, desde que atentaron contra él en mayo de 1981; un hombre
que ha pasado semanas en el hospital dando un ejemplo de lo que puede significar
el coraje frente a la enfermedad, frente al dolor; un hombre que sabido sobreponerse a su mal de Parkinson, a su artrosis,
a sus males físicos; yo le confieso que los ojos se me llenaron de lágrimas frente a la imagen patética del Papa, la última
imagen en la ventana del Palacio Pontificio, cuando quiso hablar, quiso bendecir y no pudo, pero realmente hacía un esfuerzo
sobrehumano hasta el último momento… por eso yo no entendía bien a quienes especulaban que el Papa debe renunciar: cuando
uno asume un magisterio, un apostolado como asumió él, no hay renuncias, uno lucha hasta la muerte, hasta el último suspiro,
y yo creo que esa imagen del Santo Padre, adolorido, con la traqueotomía, imposibilitado
de hablar; este hombre que había conquistado al mundo con su palabra, uno de los grandes oradores religiosos que la Iglesia
ha tenido en su historia, y que al final termine no pudiendo hablar… se hablaba del Papa del silencio en estos últimos
días antes de su muerte… pero yo decía que ha sido un ejemplo de cómo el hombre se puede sobreponer al dolor, al sufrimiento,
a la enfermedad, esperar con paciencia, con serenidad, el tránsito hacia la eternidad…
LAG.- Lo siento y lo veo realmente compungido Dr. Roca…
CR.- A mí me ha conmovido tremendamente
la muerte del Papa, lo he seguido de cerca estos días, y lo sigo; estoy todos
estos días solamente viendo la televisión, siguiendo de cerca al Papa…¡Cómo
me hubiera gustado estar en Roma en estos días para poderlo acompañar, para poder estar en la Plaza de San Pedro
como tantas veces estuve. Si algo voy a recordar toda mi vida fue que recibí
el Nuevo Milenio en la Plaza de San Pedro, y que la medianoche del 31 de Diciembre de 1999 yo estuve allí y pude contemplar
al Santo Padre cuando las campanas se echaron al vuelo y los fuegos artifíciales anunciaban la llegada del año 2000. Era un
viejo sueño que yo tenía: estar al lado del Papa, y estuve en medio de los miles
de peregrinos que llegamos para el Jubileo; días antes había estado en la Plaza de San Pedro cuando abrió la Puerta Santa,
y miren, yo soy católico, lo soy por tradición familiar, en este hogar siempre se respiró una devoción por la Iglesia, por
la Santísima Virgen, yo tengo una tía religiosa, hermana de mi madre, que es monja esclavista del Sagrado Corazón, fui educado
en un colegio religioso, el Colegio de La Salle, a los hermanos de La Salle les debo mi formación religiosa, y de no haber
conocido quizás a Haya de la Torre y de haberme entusiasmado por el aprismo y
el haberme consagrado al Partido como lo hago, yo realmente quizás hubiera descubierto
una vocación religiosa, y por esa razón es que yo me he expresado devotamente frente a los papas: conocí al Papa Paulo VI
cuando era estudiante en Italia en 1965, y con quien estuve en una audiencia que concedió a estudiantes universitarios latinoamericanos
y de otros países del mundo en Roma; pero luego a quien más pude tratar con el afecto directo en estas tantas veces que estuve
con él fue a Juan Pablo II.
LAG.- Recién entiendo su pasión por el tema…
CR.- Por eso es que a mí me quedará eternamente
imborrable el recuerdo de esta gran Papa. Yo estoy de acuerdo en que se le llame Juan Pablo II El Grande, porque realmente
su magisterio, su apostolado, su vocación de servicio, creo que va a perdurar.
LAG.- ¿Y en cuanto al nuevo Papa?
CR.- Ahora hay tantas especulaciones respecto
a quien será el nuevo papa, incluso se habla de las profecías de San Malaquías, se habla de que el que elijan ahora sería
el penúltimo Papa y que después vendría el fin del mundo. Yo no creo en estas cosas, creo en que Jesús dijo que El estaría
con nosotros hasta la consumación de los siglos, creo que esta Iglesia nuestra, la Iglesia de Pedro, la Iglesia Católica,
subsistirá a todo y ojalá el nuevo Papa esté en la línea de Juan Pablo II y continúe este camino. Va a ser difícil pero yo
confío en el Espíritu Santo… que será el que ilumine a los cardenales reunidos en el cónclave para que sepan escoger. Ojalá sea un Papa bondadoso, generoso, como ha sido Juan Pablo II. Ojalá que sea un
Papa que defienda los valores de la Justicia Social y de la Libertad como lo hizo Juan Pablo II y que sobre todo nos devuelva
la ilusión de que es posible tener un mundo en paz. Justamente la primera vez que yo vi. al Santo Padre fue retornando de
un viaje a Líbano, cuando visité los campos de refugiados palestinos y pude conocer también a Yasser Arafat. Yo creo que la paz en el mundo es un don que tenemos que conquistar, de alguna manera también con nuestro
esfuerzo y colaboración, y este Papa luchó por la paz y la mayor parte de sus viajes estuvieron orientados a llevar a paz,
un mensaje de reconciliación entre los hombres. No nos olvidemos que él se opuso a la Guerra de Irak y condenó abiertamente
que se violara los derechos humanos en varios lugares del mundo, y creo que en ese sentido el Papa será recordado por todos.
Me ha conmovido ver en estos días a Fidel Castro, también él evocando a la figura de Juan Pablo II. Este Fidel que es un líder
latinoamericanos que lamentablemente desvió el camino de la revolución, porque le dio a su pueblo pan pero le negó la libertad.
Yo creo que la visita del Santo Padre a Cuba fue un hecho histórico, porque ahí tuvo el coraje de reclamar por el derecho
de los perseguidos, de los detenidos, por la libertad de conciencia, la libertad de religión, por el derecho de todos de predicar
la fe en que uno crea. Estoy seguro que el pueblo cubano que tanta devoción tiene por la Virgen de la Caridad del Cobre, lo
recordará por siempre, como nosotros los peruanos que recordaremos esas dos visitas del año 85 y del año 88. Hasta ahora tengo
el sonido de la canción del Papa: Juan Pablo Peregrino, que entonamos en esas jornadas hermosas cuando el Papa estuvo con
nosotros, y cuando tuve ocasión también de verlo, en el Salón de la Paz a invitación del Presidente Belaunde, y luego posteriormente
cuando tuve la fortuna de poder estrechar nuevamente la mano del Santo Padre en al Salón Dorado junto con Alan García, cuando
el Presidente García tuvo la fraterna deferencia de hacerme ingresar al Salón Dorado
en el momento en que el Papa estaba solamente reunido con su familia y me agarró del brazo el Presidente, me llevó ante el santo Padre y le dijo: “aquí está Carlos Roca que es como mi hermano”,
y eso no lo voy a olvidar nunca, ese gesto del Presidente García; y luego el Santo Padre, que me veía a menudo, cuando iba
a Roma, y que siempre le trasmitía los saludos de Alan, de los compañeros y del pueblo peruano.
CON VÍCTOR RAÚL EN ROMA
LAG.- Ud. le obsequió dos libros al Papa…
CR.- Yo tuve la ocasión de regalarle al
Santo Padre la biografía de Haya de la Torre escrita por Luis Alberto Sánchez, y otra vez también me atreví a regalarle “El
Antiimperialismo y el Apra” que es la obra fundamental de Haya de la Torre, y lo hice porque lo veía tan interesado
en los problemas latinoamericanos, de la lucha por la independencia y por la prosperidad de los pueblos, que era preciso que
tuviera en sus manos la biografía de un hombre como Haya de la Torre que había luchado por sus mismos ideales, y una obra
tan importante como el Antiimperialismo y el Apra que todos los apristas reconocemos que es una obra que debemos tener en
cuenta para seguir luchando por los grandes principios de la libertad y de la justicia.
LAG.- Sus emociones han volado ahora hacia Víctor Raúl…
CR.- Yo espero que los compañeros de La
Tribuna comprendan la emoción con la cual estoy diciendo estas cosas, porque
me recuerda momentos para mí inolvidables, así como tengo permanentemente el recuerdo de Haya de la Torre, a quien estuve
tan unido desde el año 1962 y mayormente a partir del año 66 cuando nos reencontramos precisamente en Roma. Yo con Haya de
la Torre estuve en el año 66 en Roma y nos fuimos a la Basílica de San Pedro -ese es otro tema- pero fuimos a la tumba del
Papa Juan XXIII, por quien Haya de la Torre tenía mucha devoción, entramos juntos, nos arrodillamos y Haya de la Torre que
era un hombre que quería tanto a Roma, él había vivido allí desde el año 58 al 62, justamente me contaba que había llegado
cuando los funerales del Papa Pío XII y la elección de Juan XXIII, y él se quedó a vivir
en un modesto departamento de vía Fratelli Bonet 44B. Yo descubrí con Haya en Roma muchas cosas vinculadas con el Perú y con
el aspecto religioso peruano en Roma. Yo no sabía, por ejemplo, que en la columnata de Bernini, en la Plaza de San Pedro,
había una estatua de Santa Rosa, y Víctor Raúl me la mostró, y a partir de entonces cada vez que he ido a la Plaza de San
Pedro me he colocado al lado de la estatua de Santa Rosa a recordar a Haya de la Torre, o cuando me dijo tú sabes que en Roma
hay una iglesia donde hay una capilla dedicada a los santos peruanos, y me llevó a Santa Maria Sopra Minerva, cerca del Pantheom,
edificio de la Roma antigua, donde está sepultada Santa Catalina de Siena, y Frá Angélico, y había una bellísima estatua de
un Cristo distinto a los demás, no crucificado, el dolido de la tradición hispánico-latinoamericana, sino efébico, más parecido
a una estatua griega, con una cruz en el brazo, parecido a un Cristo resucitado, hecho por Miguel Angel. Y Víctor Raúl me
llevó y me lo enseñó, y también una capilla donde están Santa Rosa de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo, San Martín de Porres,
San Juan Masías y una hermosa bandera peruana. Ese es otro lugar permanentemente de mis peregrinaciones romanas. Victor Raúl
era un hombre de gran fe religiosa. Yo doy testimonio de ello, y de su devoción inmensa por Juan XXIII, el Papa Bueno.
LAG.- Muchas Gracias Dr. Roca.
CR.- A ustedes queridos amigos.