¿Qué Hacer con los Toledo?
La Familia Toledo está sentando precedentes en la vida nacional. Jamás familia presidencial alguna
ha dado tanto que hablar, y no por acciones nobles que engrandezcan la vida nacional, sino por pillerías de poca monta, sacadas
de vuelta, aprovechamiento del poder, conductas inapropiadas en una persona vinculada al más alto representante de la Nación,
que obligan a todos a conducirse con decencia, cultura y absoluta transparencia.
Lo que pasa con la familia Toledo es digno de análisis político, ya que se trata del entorno del
Primer Mandatario. Lo que sus parientes perpetran mueve las raíces de la vida pública, desmerecen los logros del Presidente,
deslucen las más nobles intenciones que Toledo y su esposa pudieran tener.
Hay que deslindar claramente que los medios de comunicación no inventan las situaciones escabrosas
en que se han metido los Toledo, tampoco los han inducido a cometerlas, y menos han «inflado la noticia» como se ha dicho
en los altos círculos allegados a Palacio a lo largo de todos estos años.
Son los propios Toledo, desde los hermanos hasta los sobrinos, y también las cuñadas y ahora las
supuestas amantes, las que se han metido en tremendos líos, no solo policiales y judiciales sino también políticos. No hay
solo violaciones físicas sino también violaciones morales, conductas censurables que merecen la condena pública, y naturalmente
ser ventilados en público para su corrección y eventual sanción.
APAÑADORES PALACIEGOS
Mucha de la culpa de lo que viene aconteciendo en los círculos palaciegos son los allegados al
Presidente, entre quienes se cuentan asesores, congresistas y funcionarios de alto nivel como el Primer Ministro Carlos Ferrero,
y su antecesor Luis Solari de la Fuente, quienes en su momento descalificaron las informaciones vinculadas a las tropelías
de los Toledo, y las calificaron de exageraciones de los medios. Se teme que incluso movieran los hilos del poder para exculparlos
y librarlos de castigo y sanción, o siquiera una cordial reprimenda.
El propio Presidente Toledo salió una y otra vez para calificar de «ruido político» la exposición
de las criticables andanzas de sus parientes. «¡Amo a mi familia!» exclamó ante cámaras con todo derecho, pero en ningún momento,
según se evidencia, ha puesto orden en la casa, pues los integrantes del Clan Toledo parecen ser ingobernables.
El deslinde oficial de que los actos de la parentela no tienen corona a la hora de ser investigados,
y que los funcionarios públicos no deben doblegarse ante las gestiones de ningún Toledo, no ha sido consecuente con los hechos.
Es evidente que los hermanos del Presidente sienten y creen que tienen patente de corso para conseguir lo que quieren en el
aparato del Estado.
A través de Perú Posible, y con la ayuda y complacencia de visibles congresistas, han colocado
en el aparato del Estado a verdaderos topos cuya única función es facilitar negociados, que van, según parece, desde el abastecimiento
de insumos de oficina hasta el logro de resoluciones e incluso leyes hechas a la medida para facilitar negocios personales.
Las investigaciones que se han realizado conducen a descubrir que en muchas concesiones sospechosas está la mano de un Toledo.
Hay tropelías de todo tipo: estudios de carreteras en pueblos andinos, fundación de universidades,
concesiones de tierras eriazas, nombramientos en cargos públicos, organización de seminarios y ferias que nunca se realizan.
Y como marco de todo esto, las miserias personales de algunos miembros de la familia, mezclados en borracheras, agresiones
a guachimanes, violaciones de pobres mujeres que buscan trabajo, en fin, una larga lista de hechos que los pintan como gente
que desmerece al Presidente.
Hasta ahora no se ha deslindado transparentemente qué vínculo secreto une al Presidente Toledo
con la ex seguridad palaciega Lady Bardales, que ante una comisión parlamentaria se negó a dar detalles diciendo simplemente
«me reservo la respuesta». ¿Puede tolerarse algo así en la conducta de quien personifica a la Nación?
¿QUÉ HACER CON LOS TOLEDO?
No resultaba descabellada la propuesta del congresista Mauricio Mulder, secretario general del
APRA, de realizar un «censo familiar», con el fin de que la población conozca donde trabajan sus ocho hermanos, sus respectivos
cónyuges e hijos. Pero, más allá de la ironía, si hiciéramos un hipotético censo de este tipo veríamos que los Toledo, efectivamente,
no están en ninguna dependencia pública; pero sí tienen testaferros a quienes digitan. La tarea sería entonces descubrir a
quienes han sido nombrados a partir del surgimiento de los Toledo a la vida pública en cargos que pueden ser materia de negociados,
como el tráfico de tierras, por ejemplo.
Hay múltiples evidencias que uno de los hermanos Toledo se ha dedicado a recorrer el país viendo
donde hay pampas que pueden ser materia de irrigaciones, a fin de boicotear asociaciones de presuntos adjudicatarios mediante
la formación de instituciones paralelas, que ¡oh maravilla!, de la noche a la mañana obtienen favores públicos. Por ejemplo,
en el lío fronterizo entre Cañete y Chincha está metido este Toledo. La razón: hay tierras de por medio, de la llamada irrigación
El Platanal. Hay también dos apetecibles yacimientos mineros.
Otro de los Toledo anda por allí ofreciendo crear universidades a diestra y siniestra. Lo ha hecho
en Abancay y últimamente en San Juan de Lurigancho. ¡Sorpresa!. El Presidente Toledo ha anunciado la creación de universidades
en esos lugares... pero quizás no sabe que en nombre de esas gestiones se ha recibido dinero por gente allegada a su familia.
Queremos creer, con toda nuestra convicción, de que Alejandro Toledo Manrique no sabe nada de estas
correrías. Ya es hora de que este Presidente en el cual el país depositó sus esperanzas deje de hacerse el tonto y ponga orden
en su casa y en el aparato público. Cualquier funcionario sospechoso de tener vinculación con los hermanos Toledo debe ser
dado de baja de inmediato, por la salud pública y el propio honor presidencial.
Toledo (el Presidente) acaba de darnos una muestra de cómo interpreta el acto de gobernar: se ha
hecho el loco y no ha observado la ley que otorga beneficios a quienes tienen arresto domiciliario. ¿La razón?. Porque a la
larga podría beneficiar a su hermana Margarita. ¿Cómo pues puede gobernarse para beneficiar a la familia y no por el interés
de todos los peruanos?.
Los funcionarios públicos, los congresistas de Perú Posible, deben dejar de hacerse los locos frente
a los Toledo y exigirles una conducta pública apegada a la moral y la ley, o de lo contrario denunciarlos y separarlos de
ese partido, que reveladoramente, parece ser un patrimonio familiar y no un ente de interés nacional. Y la condena no sólo
debe ser para cumplir, de los dientes para afuera.
El país espera una definición radical. De lo contrario los Toledo en estos doce meses que faltan
seguirán haciendo de las suyas, y entonces creeremos que, como plaga de langostas, quieren arrasar con el Perú. Algo más:
los periodistas, señor Presidente, no inventamos la realidad... solo la comunicamos, algunas veces con agrado, y otras con
profunda decepción, como es este caso.